Cada día en El Taller comienza con un espacio de encuentro. A través de un rompehielos compartimos cómo estamos, cómo nos sentimos y qué esperamos de la jornada. También leemos juntos y planteamos pequeños propósitos para la semana. Este momento inicial favorece la confianza, la escucha y la preparación interior para un día lleno de aprendizajes y experiencias significativas.
Después entramos a nuestras aulas Montessori, donde los niños y niñas eligen de manera libre los materiales de trabajo de acuerdo con sus intereses y ritmos. En este espacio, cada uno puede explorar matemáticas, lenguaje, ciencias, geografía, arte o vida práctica, siempre con la guía cercana y respetuosa de los adultos que acompañamos sus procesos. En algunos días presentamos nuevos materiales y las grandes lecciones, que inspiran curiosidad y despiertan preguntas sobre el universo, la historia, la naturaleza y la vida en comunidad. También realizamos actividades de educación para la paz, de vida práctica e independencia, que les ayudan a fortalecer habilidades para la vida diaria.
Durante la semana, se abren espacios de música, deporte y arte, organizados en estaciones Montessori. Allí cada niño puede escoger qué desea hacer: tocar instrumentos de percusión, cantar, experimentar con la pintura, crear movimientos de fuerza y habilidad o disfrutar de juegos que estimulan la coordinación y el equilibrio. Estas estaciones permiten que cada quien explore sus talentos y se exprese de manera libre y creativa.
Otro momento muy especial es la huerta escolar, un espacio vivo en el que sembramos juntos, cuidamos las plantas y aprendemos distintas técnicas de cultivo. Este contacto directo con la tierra fortalece la paciencia, el sentido de responsabilidad y el vínculo con la naturaleza. Muchas veces, lo que cosechamos lo llevamos a la cocina y preparamos recetas sencillas y saludables en comunidad: desde ensaladas frescas hasta infusiones o panes artesanales, comprendiendo así el ciclo completo de la alimentación y valorando el origen de los alimentos.
La merienda es otro espacio de encuentro y disfrute. Compartimos alimentos, jugamos en el trampolín, montamos bicicleta o nos reunimos en la Casa de la Paz para resolver los conflictos que surgen en la convivencia, siempre buscando el diálogo, la empatía y la construcción conjunta de soluciones.
En distintos momentos del día surgen también proyectos de lenguaje y biblioteca, donde los niños inventan y escriben sus propios libros, disfrutan de lecturas en voz alta o crean teatros de sombras y pequeñas obras con títeres y dramatizaciones. Estos proyectos les permiten fortalecer la imaginación, la expresión oral y escrita, y el amor por la literatura.
Hacia el final de la jornada, abrimos espacios de actividades libres: algunos se dedican a la construcción, otros prefieren la huerta, el arte o juegos cooperativos. Los niños que permanecen en jornada continua disfrutan de un almuerzo nutritivo preparado en el Taller, pues consideramos que la alimentación saludable es parte esencial de la educación integral.
